La noche pintaba muy a gusto, una tapitas, unas cañas y lo que nos fuera deparando el destino, mi rubia acompañante y el buen "german guy" recorríamos las calles madrileñas en busca de un buen sitio para conversar tranquilamente y contarnos nuestras múltiples desgracias amorosas (sobre todo mi colega y yo) en medio de unas buenas risas y unas cervecitas... Así transcurría la noche hasta que terminamos tomándonos unos cuantos finos y volvimos a salir en busca de algún sitio que nos permitiera terminar la noche.
Por casual elección (y sobre todo por que el frío ya estaba destrozándome las rodillas) entramos en un bar como tantos que hay en esa zona, aparentemente nada especial, más que nada por que pudimos ver que era humanamente posible acceder y poder estar a gusto sin tener que estar aprisionados entre cuerpos desconocidos. El lugar en cuestión, repito, no tenía pinta de guardar nada que nos llamara especialmente la atención, hasta que escuche al fondo del local unos rasgueos muy interesantes, mi curiosidad musical me hizo adentrarme y pude observar un espectáculo un tanto onírico, era una especie de pasillo un tanto largo con sillones empotrados en la pared a los lados y casi justo a la mitad un personaje de raza gitana interpretaba su canto, cual sirena mediterránea hipnotizando al personal. La escena era un tanto confusa, al principio digna de la estereotipada y poco realista visión de Woody Allen en Vicky, Cristina, Barcelona en donde nos presenta una o varias escenas flamencas y todos los presentes (muy pijos sobre todo) tenían tremendos orgasmos mentales escuchando el Concierto de Aranjuez. En fin, que la cosa tenía mucha tela. Después de meditarlo 2 segundos decidimos acoplarnos a la concurrencia silenciosa entre humo y botellas de vino. Ahí estábamos, la rubia chilena con pinta de alemana y el alemán con más rasgos de gitano que de alemán y un servidor que no paraba de observar atentamente la escena, y sobre todo la magia y el poder que emanaba del cantaor, poco a poco y durante el transcusros de toda la noche, se incorporaba alguno que otro espontáneo encajando sus gorgoritos, (unos mejor que otros) y rematando con un óle...
Sin darnos cuenta poco a poco la gente que estaba cuando llegamos, iba desapareciendo poco a poco de lugar e inmediatamente casi sin darnos cuenta, eran sustituidos por más y más gitanos con la marca "moderna" de la etnia, engominados y coletas, chaquetas de vestir y zapatos en punta blanco y por supuesto el dorado predominaba por sus brazos y cuellos, las mujeres impresionantemente guapas, con esos ojos grandes, morenas y con unos cuerpos que la verdad era de quitar el sueño... eso si, con unos aros más grandes que un hula-hula, en un momento de éxtasis de la noche todo el mundo animaba a los artistas que se rolaban la guitarra de mano en mano y todo mundo interpretaba las bulerías que de ahí salían,(excepto la rubia yo, por que hasta el alemán se cantaba alguna), no me quedaba otra mas que tratar de seguir con las palmas y contribuir al arte que estaba delante de mis narices, a lo que mi amigo intentando ayudarme con mi poca cultura del gitaneo me decía: "esas palmas...menos ruido, que no tapen la música" ¿que no tapen la música? si ni siquiera me enteraba de la música con todo el jaleo que había ahí. Al final tenía toda la razón ya que el gitano que tenía enfrente de mi me hizo un gesto de "más bajito... o mejor cállate que no tienes ni puta idea" a lo que mi colega respondió...es que es mexicano. No te jode, a mi que siempre se me ha dado bien el ritmo jejeje pero bueno, esa no era mi noche...
El ambiente comenzaba a ser un poco tenso para los pocos payos que quedábamos en el lugar, y después de mi metida de pata con las palmas, (y la falta de dinero para pedir un vinito más) termino por decidirnos a marcharnos del lugar...Una noche muy divertida, solo espero que pueda volver a encontrar ese maravilloso sitio y poder tener alguna que otra visión como aquella.....Surrealista
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viernes, 13 de febrero de 2009
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