la primera

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viernes, 27 de marzo de 2009

Los sueños en turquesa.

Soñar despierto requiere la inquietud alerta de la mente en constante búsqueda, de la pasión desmedida y de los deseos extremos de amar sin tristeza. He soñado en turquesa, con la armonía que desprendía esos cálidos tonos en tu piel. Fue como una bofetada después de un largo insomnio, de un largo espacio vacío. He soñado en turquesa, con el alma nueva y la moral renovada, con los instintos básicos del sentimiento habitual, abismal desde la última vez. No he podido dejar de acariciar la alegría que da la ilusión, ¿alucinación efímera?, lo más seguro, sin embargo da muestra y demuestra que sigo vivo.

Los colores se intensifican con la luz del sol, sobre la mesa del salón y en las calles los pasos se aligeran trás los sueños en turquesa, verde como el paisaje más eterno natural inundado de pasión vegetal. Con tonos rojos en tu cielo y ciertas melodías que los días podrían repetir si todo fuera más real o habitual si me dejáras.

He soñado en turquesa por que lo unico que podía hacer era mirar esos ojos que hacían detener y romper cualquier excusa para abandonar la habitación, y aún así lo hice...

Me gustaría despertar pensando que solo fue un sueño, es un sueño tan real que espero repetir... si es un turquesa mejor...

viernes, 20 de marzo de 2009

Yo no les gusto a las rubias...

Bueno sería que el simple hecho de desear algo, llámese como se llame, deseo, necesidad, capricho, etc... pudiera ser suficiente para obtenerlo sin más. Desgraciadamente ese simple deseo no satisface las exigencias de ese "ser" que no provee de todo aquello cuanto queremos. ( no me refiero como ser, a algo espiritual, más bien al "poder" que nosotros mismo tenemos que para obtener cualquier cosa) Desafortunadamente no podemos estirar la mano y por arte de magia esa idea cobrará forma en nuestra palma. Esto va más allá de la imposibilidad que nosotros mismos nos marcamos y que puede llegar a anular al individuo de una manera colosal en el transcurso de una vida.

La carga ideológica que llevamos puede marcarnos cual hermosas vacas de una ganadería a la cual no llegamos o no queremos pertenecer. El grado de insatisfacción que vamos creando con el tiempo, puede llegar a convertirse en una enfermedad terminal para nuestra cabeza, que en todo momento se vacía y cada vez es más difícil llenar a causa de la insatisfacción.

El cambiar de escenario y de personajes ayuda en gran medida a "apaciguar"esa bestia insaciable que llevamos como una cruz, sin embargo la distancia o el tiempo, asegura que dejaremos de estar con cierto grado de inquietudes dentro del cuerpo. Las causas son diversas y las situaciones también, ninguna será igual ni comparable a la siguiente o a la anterior, pero en algo si que llegan a coincidir. y es en el hecho de que toda esa insatisfacción puede nacer de lo que realmente somos y no podemos ser. Sobre todo cuando hemos tenido un pasado o una "trayectoria" diferente a la que en algún momento de la vida queremos realmente reflejar. Cada paso, no llega a marcar de una u otra manera, con esto me refiero, que a los ojos de los demás, (incluso la gente más cercana a nuestro entorno) somos lo que proyectamos y es muy difícil quitarse "el traje" que hemos llevado en sociedad durante mucho tiempo.

Sin más, los juicios mortales son tan vacíos que desgraciadamente el sujeto "renacido", "reactualizado", "rehabilitado" o recién creado, lo tendrá muy difícil para poder nadar en aguas nuevas y que se le vea como un "nuevo nadador". Y esto no lo digo solo a nivel profesional, también en el plano sentimental, de pareja, de familia etc... es casi siempre igual. La gente suele ser muy cerrada al mostrarle una nueva "faceta" de un viejo conocido.

Esta claro que esta desconfianza no ha sido gratis... hay demasiada mentira y demasiado vicio por aparentar que lo no se es, que todo llega a vanalizarse de una forma alarmante y que afecta la credibilidad en muchas ocasiones... ¿Por que no podemos cambiar sin mas?, sin ser juzgados, ¿por que no podemos desear y obtener todo aquello cuanto queremos? Se que es una idea estúpida y romántica el poder tenerlo todo sin pagar el precio que se ha pagado por la misma "mercancía".

El miedo a los límites nos supera, el rechazo y la vergüenza debilita nuestro poder de atracción, la falta de ánimo, la inseguridad, la baja autoestima, pueden llegar ser los peores enemigos a combatir . ¿Por que tiene que ser tan difícil nuestro natural modo de expresión? Sea cual sea, creo que cada individuo tiene afortunadamente una necesidad distinta (o por lo menos debería) de sacar todas esas inquietudes que nos mueven por dentro y nos hacen estar más vivos cada día. A pesar de esa necesidad intrínseca, es sumamente complicado quitarse todos los estigmas sociales que nos hemos y nos han colgado desde la cuna, ese estúpido afán de "agradar" a todo aquél que se nos acerque.

Definitivamente y negativamente como es esta visión, uno no puede ser ni tener todo lo que le gustaría (hay quienes casi lo logran, pero son muy pocos), por eso debemos buscar vías de escape a toda esa carga emocional, creativa, personal, espiritual que necesita manifestarse. Sin duda si no lo hacemos esto llegará a convertirse en una bomba de tiempo que tarde o temprano nos sacudirá y destruirá por dentro. Si no podemos "ser" ¿para que creer? .

Nuestros gustos y deseos pueden estar claros, pero si no llegamos a complacerlos pueden ser los peores demonios. Durante nuesto paso por esta existencia deberíamos satisfacer a nuestro alma, mente, cuerpo, espíritu etc.. por lo menos una vez.. Aunque parezca lógico, hay quienes nunca lo llegan a hacer.. Creen que al no poder tenerlo todo, no merece la pena luchar por lo demás.

No se puede tenerlo todo, pero si podemos complacernos de vez en cuando... A mi me encantan las rubias.... sin embargo yo a ellas no... lo dicho, no se puede tener todo, y sigo siendo tan feliz.

jueves, 12 de marzo de 2009

Renacer

Y por fin llega la luz, despojándome de la cruel resaca de oscuridad que durante mucho tiempo había hecho estragos sobre mi. Por fin llegó el momento de renacer, después de un largo letargo que no hacía mas que acabar con mis verdaderos sueños.
La obligatoria hipotermia regulada que viví, se desprende como si fuera un cambio de piel instintivo que me hacer volver a sentir los placeres inmensos que da la vida.

La tentación del sueño inconcluso a veces logra arrebatarme ciertos minutos que no deseo conceder para ese fin. Estoy harto de tener que flotar entre paisajes oníricos que no puedo tener. El relajamiento de mi mente no es lo que quiero en estos momentos, me nace crear, vivir y sentir, y nunca más regresar a ese estado inconclusos de mi ser.

lunes, 9 de marzo de 2009

Nada ha sido fácil

Que fácil es juzgar sin tener todos los elementos para hacer una crítica que llega a ser destructiva.

Que fácil es echar la culpa de todo a los demás cuando nos sentimos heridos y traicionados, aunque me es imposible ver los grises, creo en ellos, el blanco y el negro en ocasiones no dan respuestas para lo grises que podemos llegar a ser. La carencia insistente nos lleva a autocomplacernos con mentiras que nuestra mente llega a crear, como una ilusión, como una alucinación, una alteración de la realidad que no existe…¿Y acaso pretendemos creer que alguien no crea? ¿ que todo fue una alucinación, y que el cerebro estaba de paseo en los instantes cuando se toman esas decisiones erróneas? Pues no. Nadie lo cree, y pocos llegan a dar una segunda oportunidad. Te tachan de sinvergüenza, hipócrita, mentiroso y demás adjetivos que llegan a marcarte y terminan por destruir tu autoestima.

Que fácil es culpar sin poder defenderte, no es una excusa para el mal que generamos (depende las circunstancias, esta claro) sin embargo el arrepentimiento existe y que duro es no tener una segunda oportunidad. ¿Podemos perdonar sinceramente? Deberíamos… y que conste no quiero ponerme en la parte acusada, ni en la acusadora, he vivido los dos extremos, pero estoy casi seguro que duelen igual. La traición duele mucho por la espalda y no tienen razón de ser bajo ningún concepto, pero acaso el crecimiento personal y la madurez no puede modificar nuestros códigos de conducta que desgraciadamente nos fueron impuesto, unas veces consciente y muchas otras inconscientemente. Los matices existen y se puede tener cierta valentía para aceptarlos.

Crecer duele mucho… aprender también... y perdonar es básico.

Mea Culpa

El acto intrínsico de perdonar, se puede tranformar en algo tan débil cuando simplemente se lanza al aire por la extrema situación que lo concede. Es tremendamente doloroso recibir el perdón ajeno y descubrir que todo es una utopía del momento o simplemente por el hecho de que perdonar "queda bien" o "es de sabios". Poca gente sabe lo que es perdonar, y sobre todo el saber perdonarse es una de las cosas más complicadas que tiene el ser humano como reacción para crecer interiormente. Todo el mundo suelta un "perdón" así como así, sin saber el daño que realmente puede causar cuando no es verdad. O, ¿Acaso quiere decir que nosotros o lo demás no estamos perdonados por nuestro propio interior? Para mi es así, Sin embargo es aún más doloroso el recibir un falso perdón que incluso la falta misma cometida cuando la tenemos asimilada y recibimos al arrepentidimiento en forma de castigo.

"Mea culpa" podría ser la respuesta adecuada, pero las palabras se las lleva la el viento siempre, y estamos obligados a resarcirsnos bajo todo circunstancia... Incluso cuando no somos capaces de comunicarnos y confundir las palabras... ahí nos vemos obligados.

Yo prefiero remitirme a Borges en cuando a todo esto: "Yo no hablo de venganzas ni perdones, el olvido es la única venganza y el único perdón".

miércoles, 4 de marzo de 2009

¿Genética artística o percepción similar?

Hace algunos años descubrí dentro de las muchas cosas interesantes que uno se puede encontrar en las estanterías de las casa de los abuelos, un pequeño libro azul que llamo mi atención y que resaltaba de entre los libros amarillentos y desgastados que se encontraban en esa pequeña biblioteca. Por supuesto mi atención se centraba en ese ejemplar cada vez que pasaba por ese sitio, pero aún no se por que razón tarde algún tiempo en tener una acercamiento con el mencionado libro.

Un buen día, finalmente decidí no aguantar más la curiosidad y tome esa "extraña" edición que constantemente me hacía guiños para adentrarme en el. Cual fue mi sorpresa al abrirlo y entérame que el autor era de mi familia y con el que siempre he tenido acercamientos esporádicos cada cierto tiempo en diferentes circunstancias y momentos de mi vida, pero que siempre me ha atraído el halo artístico y de misterio que lo envuelve a él y a su maravillosa obra.
Al comenzar a introducirme en sus páginas me fui acercando a un mundo que no me era desconocido en lo absoluto, se trataba de una serie de relatos y recuerdos de su niñez y del entorno familiar en nuestro viejo barrio de Atzcapotzalco, donde yo también pase gran parte de mi infancia y que sigue siendo el lugar de residencia de mi familia más cercana.

Era increíble esa sensación de meterse completamente el la piel del autor, sobre todo cuando los personajes y los lugares son gente que conocí, que conozco o que simplemente siempre había escuchado hablar de ellos en esas interminables conversaciones con lo más viejos de la casa. No pude parar de leer y conocer un poco más de mis raíces y de la gente que de una u otra manera le da sentido a lo que llevo dentro y me inunda las venas de historias.

Sin embargo había dentro de sus páginas un relato que me llevó a un sitio que empezaba a olvidar, era la vieja casa de mis tíos abuelos en la cual yo había pasado muchos momentos mágicos explorando cada uno de sus rincones y que daba mucho juego en compañía de mis primos cuando éramos unos niños (de hecho uno de mis primeros acercamientos con la música fue en ese sitio, en un viejo almacén donde estaban recluidos los polvorientos instrumentos musicales de mis tíos cuando eran jóvenes) y explorábamos cada una de las muchas habitaciones que tenía la enorme casa familiar.

Cada párrafo de esa historia me hacía recordar casi las mismas sensaciones que describía mi tío, el autor, ya que sentía perfectamente cada una de sus palabras, por que yo también estaba seguro de haber tenido la misma percepción y sensación de los distintos recovecos de la misteriosa casa. Uno de los detalles que más me impresionó, era la maravillosa descripción que hacía del velatorio que mis tíos tenían en la parte superior de la casa junto a las habitaciones de las criadas y que posteriormente se traslado, tras la muerte de mi bisabuela a la parte de abajo junto a la entrada principal de la casa. Ese sitio lúgubre y tan "barroco" como podía serlo, con el imponente Cristo que casi cubría en su totalidad una de las paredes de la habitación y que al pasar por la entrada y con el efecto óptico que daban las veladoras rojas que perpetúas custodiaban el lugar, parecía que la figura te seguía con la mirada. Si, la verdad daba mucho miedo. Y sobre todo por que al final de ese enorme pasillo se encontraba el almacén que servia como sala de conciertos para los más pequeños y además era el lugar más alejado de la casa para ver con tranquilidad hoja por hoja las ediciones de Playboy de los 80´s.

A pesar de todo eran recuerdos agradables en mi caso, y no puedo negar que mi forma de ver las cosas empezó a cambiar a partir de leer algo de lo que de alguna manera me sentía parte de ello.

Hace algunos meses regrese a esa casa, y la verdad parece que el tiempo no pasa por ahí salvo por los años que se han quedado en los rostros cansados de mis tíos, todo lo demás permanece tal cual lo recordaba.

No puedo negar la influencia artística que me han dejado varios personajes y momentos familiares que ahora empiezo a reconstruir como piezas de un rompecabezas temporal, y que saltan como alarmas en mi cabeza y preguntarme si la poca herencia creativa que recibí comienza a manifestarse con más fuerza que nunca... o simplemente es una percepción empática con ese "Libro Azul" que tendré que recuperar en algún momento de mi vida por añoranza hacía mis primeros pasos en esto de relatar o para recordarme que debo seguir en esta andadura.

Con gran cariño y admiración para MZ

lunes, 2 de marzo de 2009

¿Ser artista oficial, alternativo o marginal? ese es el dilema

por: Manuel Zavala y Alonso

El artista no escoge serlo, tiene la necesidad interior de serlo, está más allá de su voluntad. El ser artista es una cuestión de destino o de maldición, puede tener obras buenas y malas, finalmente su condición irreductible es la de ser artista.

¿Qué es un artista?

Es el que crea imágenes que están más allá de lo nombrable, es el que explora las fronteras de los lenguajes y estructuras de las palabras, cuerpos, movimientos, colores, sonidos, espacios, tecnologías, formas e historias; es el que desarrolla discursos que señalan esto y aquello de la sociedad en proceso, independientemente de su postura política; es el que renuncia a las formas pervertidas de mercados, marcando en su hacer una postura de renovación continua y no de repetición de estilos que lo lleven al éxito seguro. El ser artista es una postura; una condición categórica en el individuo; de cierta manera un apostolado, que se verá afectado por la diversidad de elementos de la cotidianeidad y de la manera de operar del sistema, llevándolo a elegir entre tres posibles opciones: ser artista oficial, alternativo o marginal.

El joven que reconoce en sí su vocación de artista, primero define su área o campo de acción, y así decide comenzar su proceso de educación a pesar de las protestas de los padres, sean de clase acomodada o desposeída, que ven en el artista al bohemio, al fracasado social o al vicioso. Al fin, el joven se inscribe en la escuela de artes plásticas, en la de literatura, en la de música o en cualquiera de las demás que le den las bases para iniciar su proceso dentro de las artes y del campo de la cultura en general. Ahí encuentra sus primeras barreras, su primer cruce con el ogro filantrópico: escuelas anquilosadas por programas fuera del contexto del tiempo; maestros con poca o casi nula participación como artistas de respeto en la comunidad –salvo sus honrosas excepciones-; tecnologías, instalaciones y recursos materiales decadentes; y sobre todo, una estructura formativa que lo conducen más hacia el camino del artista asimilado a la estructura del sistema, que al de ser el artista que renueva, señala, actúa y propone nuevos horizontes.

El joven en ciernes, se da cuenta de todo esto, y es cuando inicia su saludable proceso de rebeldía frente a todas estas condicionantes. Si tiene suerte y logra organizarse con otros, podrá cambiar en algo esas estructuras docentes y avanzar dentro de la escuela; si no, por seguro desertará –por rebeldía y frustración- al poco tiempo e iniciará su producción bajo otros términos.

Aquí hay un punto importante de señalar: en estos tiempos de avalancha de información por todos los medios, el artista joven desea incorporarse a los nuevos lenguajes, a las nuevas tendencias, a las nuevas posturas y estilos a la brevedad posible, y por desgracia, en su afán de renovación absoluta, descuida la parte esencial de la formación académica, del fomento del oficio, de la cocina de las artes, del saber cómo hacer las cosas y aterrizar las ideas y conceptos.

Esto nos lleva a la sentencia de que sin tradición no hay futuro, sin academia no hay renovación, sin oficio no puede haber rompimiento de viejos estilos y escuelas. La sabiduría del pasado es lo que hace que el artista pueda romper con las formas, estructuras y lenguajes prevalecientes.

El joven artista empieza a formar parte de una comunidad artística y sabrá de los placeres y sinsabores de participar en proyectos colectivos; irá probando suerte en sus incursiones y deleitará las primeras puñaladas de traición y admiración de sus compañeros; e igualmente se enfrentará al ogro filantrópico que se disfraza en concursos y premios para estimular la creatividad de los jóvenes. De esa manera el monstruo filantrópico irá detectando a los artistas que deberá cobijar, alentar y más adelante cooptar.

En esa etapa, el artista en ciernes, empezará a tomar sus decisiones sobre el camino a seguir; si participa en concursos y premios, estará aceptando de facto las reglas del sistema para su estímulo; si se niega a participar, habrá iniciado la marcha hacia la alternancia o de plano marginalidad en su accionar. Más adelante habremos de analizar las ventajas y desventajas de cada uno de estos caminos.

Pero la vida sigue su marcha y el paso de los años le irán marcando al artista joven y en camino a la madurez, una diversidad de circunstancias que pueden ser mortales para su carrera como productor de arte. Estas circunstancias son: primero, el retiro del apoyo económico por parte de su familia; después un matrimonio; más adelante los hijos y como consecuencia el mantenimiento de un hogar; elementos que se aplican de una u otra manera a los artistas hombres y mujeres. Pero finalmente, si su vocación -por destino o maldición- es lo suficientemente fuerte, prevalecerá su compromiso de crear, no importando que tenga que abandonar o compaginar lo que sea a fin de producir.

Ahora bien, vamos a suponer que pudo pasar la trampa mortal del desarrollo normal de un individuo entre los veintitantos y treinta y tantos años, y que ha podido sobrevivir a la tragedia de educar hijos, conseguir empleo, ayudar al marido -en el caso de las mujeres- que piensa que era tan artista como ella; o bien de que él -después de una jornada de trabajo de más de diez horas- sueña que puede llegar al restirador por la noche y crear la instalación, performance, coreografía, novela, puesta en escena, pintura o dibujo más espectacular de la cuadra. Y cuando menciono el término cuadra, aludo al término con el que los galeristas nombran a su grupo de artistas, esto es: cuadra, como de caballos.

Ya para ese momento, estará más que definido su accionar como artista; si pudo sortear los compromisos antes mencionados chambeando en un museo u oficina dedicada a la promoción de la cultura; laborando en algún departamento sospechoso de comunicación o promoción cultural de alguna secretaría que podría ser la de agricultura; o bien, dando clases en la escuela de la cual es egresado; o impartiendo talleres y cursos en provincia, y soñando que algún día su obra -ya para esos momentos menor en virtud de que no le dedica el tiempo necesario- será reconocida y obtendrá algún fuerte presupuesto para crear su máximo resplandor como artista; y finalmente participando en cuanto concurso y premio le pongan enfrente… en ese momento, se habrá convertido en el perfecto artista oficial, protegido, apapachado, y sobre todo, cooptado tristemente por el sistema, ya sea oficial o bien de la iniciativa privada, para ser el artista tranquilo y manso, con un buen discurso, con oficio, pero que no incomoda a nadie y que todo mundo aplaude porque su obra es confortable y bella para la sociedad.

¿El artista oficial es artista? Tremenda pregunta que responder. Pero en fin… allá ellos y su mala cabeza.

Pero pasemos al segundo camino, el artista alternativo: este individuo ha caminado su suerte como ser humano al igual que el artista oficial, pero con más valentía, tratando de no caer en las trampas de la docencia permanente; escapando de las chambas de tiempo completo; elaborando un discurso que está más allá de las modas; retirándose a tiempo de concursos, exposiciones, premios o encuentros dudosos; no escuchando los cantos de las sirenas de una familia feliz; haciendo convivir una economía mixta de estímulos tanto privados como oficiales; dedicándole el máximo tiempo a su obra, a fin de no menoscabar oficio y propuesta; cultivándose con lecturas extensas a fin de reforzar su hacer artístico; estableciendo alianzas en su comunidad y en la comunidad cultural en general; integrándose a movimientos que tienen bases y propuestas y alejándose de movimientos políticos y estéticos de vivales que no tienen principios ni conceptos.

Todos esos pasos del artista alternativo, le dan como resultado una obra vigorosa, con propuesta, con oficio, y sobre todo con calidad moral frente al ogro filantrópico a fin de negociar lo que tenga que negociar, con tal de fortalecer su obra y discurso como artista.

Pero en el artista alternativo también existe una trampa ética en sí, y es el querer convertirse a fin de cuentas en la otra voz que marca estéticas, grupos y mafias; esto es, aspira a ser la otra voz oficial del sistema.

Finalmente pasemos al tercer camino: el artista marginal. Este individuo desde un principio ha sido un gladiador contra el sistema; se revela desde la escuela contra estructuras de academia y de la sociedad en general, posiblemente ni siquiera pasa por alguna escuela de arte; se burla de los compañeros que se asimilan a modas, concursos, premios y estímulos sociales; abandera estéticas marginales que hablan más de lo subterráneo y de la doliente sociedad; busca utilizar lenguajes y técnicas de bajo presupuesto a fin de accionar su producción; es indomable y no negocia centímetro alguno con el sistema; no le interesa pasar a la historia en los libros de los consagrados; y finalmente, si es en verdad un artista marginal, jamás aspirará a convertirse en la voz oficial lateral del ogro filantrópico. Esto es: en su esencia de artista que se aleja de los mecanismos del sistema por voluntad propia, encuentra su destino final, oscuro, poco conocido y sin reconocimiento.

Su paso por la sociedad será quizá el más puro en acción, tanto ética como moral, pero desafortunadamente su obra no tendrá un impacto masivo, a menos que dé el brinco por dedo y gracia del sistema y en ese momento se convierta en artista de culto… trágico instante, ya que dejará de tener su calidad de marginal.

A lo largo de estas líneas, me he referido de una manera recurrente al “ogro filantrópico”, término que acuñó hace algunas décadas Octavio Paz para referirse al estado mexicano y sus labores de filantropía. El actual sistema es el que está compuesto por iniciativa privada y gobierno; el que promueve y difunde a los artistas; el que crea, promociona y apapacha mafias y grupos; el que reconoce a la diversidad de artistas con estímulos económicos; el que da foros y estructuras museísticas; el que da teatros y espacios dancísticos; el que edita libros y memorias que serán las bases del futuro; pero también el que detiene iniciativas incómodas para él; el que bloquea a los individuos que no se alinean a sus estatutos; el que es capaz, desde la oscuridad de un funcionario, de aplastar la obra de uno o varios creadores simplemente por capricho; el que impone modas y tendencias de oscura procedencia; y también, ese ogro es el que apoya, desde diferentes trincheras, obras que pasarán a la historia.

El ogro filantrópico no es un grupo, no es una institución en sí, no es un sólo hombre: es el sistema, que a fin de cuentas somos todos. Todos componemos en un momento u otro al ogro filantrópico, y su maldad y virtud está en todos; es finalmente parte de la naturaleza mexicana. El tema del ogro filantrópico es demasiado extenso para tratarse en unas cuantas líneas de este texto, y a manera de conclusión, finalizo: de cada artista depende el escoger su camino, sea el oficial, el alternativo o el marginal; cada quien escoge su condena dentro del sistema de la mejor manera. Eso está más allá del ogro filantrópico.



Manuel Zavala y Alonso

la segunda

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la tercera

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