la primera

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lunes, 9 de marzo de 2009

Nada ha sido fácil

Que fácil es juzgar sin tener todos los elementos para hacer una crítica que llega a ser destructiva.

Que fácil es echar la culpa de todo a los demás cuando nos sentimos heridos y traicionados, aunque me es imposible ver los grises, creo en ellos, el blanco y el negro en ocasiones no dan respuestas para lo grises que podemos llegar a ser. La carencia insistente nos lleva a autocomplacernos con mentiras que nuestra mente llega a crear, como una ilusión, como una alucinación, una alteración de la realidad que no existe…¿Y acaso pretendemos creer que alguien no crea? ¿ que todo fue una alucinación, y que el cerebro estaba de paseo en los instantes cuando se toman esas decisiones erróneas? Pues no. Nadie lo cree, y pocos llegan a dar una segunda oportunidad. Te tachan de sinvergüenza, hipócrita, mentiroso y demás adjetivos que llegan a marcarte y terminan por destruir tu autoestima.

Que fácil es culpar sin poder defenderte, no es una excusa para el mal que generamos (depende las circunstancias, esta claro) sin embargo el arrepentimiento existe y que duro es no tener una segunda oportunidad. ¿Podemos perdonar sinceramente? Deberíamos… y que conste no quiero ponerme en la parte acusada, ni en la acusadora, he vivido los dos extremos, pero estoy casi seguro que duelen igual. La traición duele mucho por la espalda y no tienen razón de ser bajo ningún concepto, pero acaso el crecimiento personal y la madurez no puede modificar nuestros códigos de conducta que desgraciadamente nos fueron impuesto, unas veces consciente y muchas otras inconscientemente. Los matices existen y se puede tener cierta valentía para aceptarlos.

Crecer duele mucho… aprender también... y perdonar es básico.

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