la primera

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lunes, 17 de noviembre de 2008

Un día de sol

No hay nada mejor en la vida que compartir un día de sol, con las personas que más amas en el mundo. La sensación de los rayos en tu rostro mientras ves correr las hojas y te sientes rodeado de lo más importante para ti. Nadie podría pagar por eso, nada se puede comparar con la tranquilidad que te da el hecho de sentirte "simplemente bien".

El simple hecho de sentir el calido de aroma de su rostro, ese perfil reflejado a contraluz y solo poder ver esas manos que deseo que me acaricien.

Hay una sonrisa que se te quedará marcado en el rostro durante algunos días y que nadie podrá borrar, ese momento nadie lo podrá eliminar de las cosas sagradas que te corresponden por derecho, guardalas en ese altar y agradece los instantes que nunca se repetirán.

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